"... al ver a la pobre Stella con los cabellos bien arreglados bajo el gorro de dormir, dormida y suspirante..."
(Fragmento del capítulo primero)
Mayo de 1860
Y mientras el padre Pirrone continuaba ocupándose de un tal La Farina y de un tal Crispi, el «principón» se quedó dormido en una especie de desesperada euforia, acunado por el trote de los bayos, sobre cuyas gruesas nalgas los faroles del coche hacían oscilar la luz. Se despertó a la esquina de Villa Falconeri.
«Vaya tipo ése, también. Atiza el fuego que lo devorará.»
Cuando se encontró en la alcoba matrimonial, al ver a la pobre Stella con los cabellos bien arreglados bajo el gorro de dormir, dormida y suspirante en el enorme y altísimo lecho de bronce, se conmovió y enterneció.
«Me ha dado siete hijos y ha sido solamente mía.»
La habitación trascendía un olor a valeriana, último vestigio de la crisis histérica.
«¡Pobre Stelluccia mía!», se lamentó mientras escalaba el lecho.
Giuseppe Tomasi di Lampedusa
(Italia, 1896-1957).
(Traducido al español por Fernando Gutiérrez).
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