sábado, 10 de febrero de 2024

Mirándolas dormir: TABARÉ, de Juan Zorrilla de San Martín

"Miró de nuevo a Blanca, y alejóse en silencio cual si temiera acaso despertarla."

(
Fragmentos del Canto Tercero)

III

Blanca duerme. La lámpara en la alcoba
De la inocente niña
Su dormida cabeza en la almohada
Con trémulas aureolas ilumina.

Entreabiertos sus párpados,
Dejan adivinar en sus pupilas,
Como en el lago el brillo de una estrella
La lumbre palpitante de la vida.

Los invisibles labios de un ensueño
Parecen apoyarse en su mejilla,
Y comprimir su boca
Con los pliegues del llanto o la sonrisa.

Una oración acaso,
A medio terminar, interrumpida
Por el sueño ha quedado abandonada
Entre los labios de la hermosa niña.

Que unos ratos parece recogerla,
Moverla entre ellos pura e instintiva,
Y ofrecerla a los ángeles que nadan
En el callado ambiente que respira.

¿Duerme? ¿O en el vahido indescriptible
Intermedio entre el sueño y la vigilia
La realidad y la ilusión se estrechan
Y en su espíritu flotan confundidas?

¿Conserva esa conciencia vacilante,
Esa confusa actividad que infiltra
La voluntad del hombre en los ensueños
Que en lo obscuro procuran sumergirla?

VII

E inmóvil, tembloroso.
El indio miró a Blanca,
Cual si la muerte, asida a sus cabellos,
Su oído con sus gritos desgarrara;

Y sigue el ruido sordo de las hojas
Que en voz baja se hablan
En ese idioma dulce y extranjero
En que hablan los crepúsculos al alma;

Y sobre el lecho de hojas y de espinas,
La niña desmayada se destaca,
Iluminada por el rayo triste
De la primera luz de la mañana.

VIII: primera estrofa

Tabaré cargó en hombros el cadáver,
Miró de nuevo a Blanca,
Y alejóse en silencio
Cual si temiera acaso despertarla.

"A la virgen que duerme, como el ave duerme en el nido que en la rama cuelga."

(Fragmentos del Canto Quinto)

IV: estrofas finales

No ha salido del labio del charrúa
Ni una sola palabra;
El movimiento de su paso es dulce
Como el balance de una cuna, Blanca

Sobre el brazo, en el hombro del salvaje,
La cabeza descansa;
Las horas cierran sus hinchados párpados;
La virgen duerme... Por sus labios pasa

El aliento a compás, y en ellos deja
Una sonrisa amarga,
Lejana transparencia de un ensueño
Que se mueve en el fondo de su alma.

V

Se ha detenido Tabaré de un sauce.
Bajo las ramas trémulas;
Está inmóvil, absorto; para el indio
La dulce niña aniquiló la tierra.

Sólo siente en su oído acompasada
La tibia intermitencia
Del aliento de Blanca que, dormida,
Sobre un hombro descanse la cabeza.

Percibe sus latidos melodiosos
Que el pecho le golpean,
Como el ritmo de un canto sin sonidos
Que sin tocar su cuerpo a su alma llega.

El indio no se mueve; como en éxtasis
En sus brazos conserva
A la virgen que duerme, como el ave
Duerme en el nido que en la rama cuelga.

Juan Zorrilla de San Martín
(Uruguay, 1855-1931).

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