(Fragmentos de La causa)*
A los tres días de salir de Veracruz -ya mi ensueño tenía dos de agotado-, llegamos a Tampico. Yo no tenía dinero, todo lo había perdido jugando, y si mi palabra no estaba comprometida, era porque tenía en ciertas esferas un valor tan relativo, que no se cotizaba.
(...)
El juego es pasatiempo y perdición para el marinero. En el Monterrey perdí el poco dinero que había ganado a bordo jugando a los naipes. Esta situación me empuja a apropiarme de unas pistolas que se habían salido de unas cajas en la bodega del barco para así obtener dinero y procurarme una mujer al desembarcar. Mi destino me lleva a venderle las armas a la misma persona a la que venían consignadas, quien me denuncia a la policía y voy a parar a la cárcel.
La cárcel de Tampico estaba fronteriza con el río Pánuco y la huasteca tamaulipeca, donde Villa campeaba. Eran los años de la revolución mexicana. En la cárcel teníamos libertad absoluta dentro de los muros que nos cercaban. Lo único prohibido era saltar el muro. No hice más que entrar en ella y me robaron toda la ropa. Me quedé en calzoncillos. Después tuve que robar a otros que ingresaron más tarde, entre ellos a un norteamericano, y así me vestí de nuevo.
Allí, tratando de socorrer a un penado que pedía auxilio, fui apuñalado y trasladado a la enfermería. El médico no tenía tripilla para coserme. De allí me escapé. En la enfermería estuve varios días. Sangraba porque la herida era profunda. Decidí fugarme y me lancé al río.
Carlos Antonio Montenegro Rodríguez
(Cubano nacido en España y fallecido en Estados Unidos, 1900-1981).
* El mundo inefable es una trilogía formada por La causa, La cárcel y La fuga, relatos con carácter autobiográfico, que en una carta dirigida al profesor Enrique J. Pujals, fechada el 20 de septiembre de 1980, cuando el autor era ya octogenario y fallecería al año siguiente, explica:
"Me abren otra buena posibilidad para la publicación de
mi libro de memorias El mundo inefable. En la última década le he
dedicado, con intermitencias, algunos años. […] La obra se desarrolla
íntegramente en Méjico y fue escrita con vistas a ser publicada en ese país. La
acción, a mi juicio, muy movida y estimo original cubre un lapso agitado de la
Revolución mejicana. […] Por uno de mis azares, por el encadenamiento de
sucesos sorprendentes, me vi –pues– involucrado en ella. Soy detenido, expuesto
a una ejecución sumaria y salvado por un Recurso de Amparo. Paso tres meses en
una prisión originalísima en Tampico. Herido y conducido al hospital de donde
me fugo, ignorando que tanto mis heridas como mi fuga están controladas. Por
otro azar, que parece de una obra de ficción, escapo de dicho control. Tanto mi
prisión como los días que siguieron a esta, me dan la oportunidad de resaltar
los momentos heroicos de ese pueblo en sus niveles más bajos. Si se juzgan con
criterio convencional. Es el momento en que la vida y la muerte apenas se
diferencian. Las ocurrencias me superan y paso de protagonista a un segundo
plano aunque sin perder contacto con los hechos. El libro está escrito y
reescrito y estoy en una tercera revisión”.
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