domingo, 7 de mayo de 2023

TAMPICO, de Joseph Hergesheimer

"Desde la ventana de su cuarto del hotel Imperial, Bradier contemplaba la ciudad de Tampico..."

(
Fragmentos del primer capítulo: La factoría marítima)

De todos modos, pensó Bradier después, la entrada en Tampico es casi siempre desagradable. Desde que la ciudad adquirió importancia, los gobiernos de México se sucedieron con demasiada rapidez para haberse podido llevar a cabo las intermina- bles obras de mejora del puerto. ¡Los gobiernos de México! Govett Bradier sonrió ligeramente.

(...)

Se había americanizado mucho en el año y pico que llevaba sin verla. Casi no se veían indios ni sarapes por las calles. Las lecherías se habían multiplicado y las cantinas iban desapareciendo. En las esquinas charlaban grupos de hombres, que la experiencia de Bradier examinó y juzgó instintivamente; no habían mejorado nada. Desde los tiempos de Ébano, Tampico había sido una ciudad singularmente peligrosa y traicionera, un centro de rencores, de codicia y desesperación, de poderes secretos e implacables. Nada era lo que a primera vista parecía. Nada de lo que allí se dijera podía tomarse en consideración. Las palabras sólo servían para encubrir móviles criminales. Tampico era un campo de batalla privado, en el que se desarrollaban ataques planeados en Londres, Holanda y Nueva York, para cuya ejecución subrepticia se utilizaban la ley, el soborno y la violencia.

(...)

Lejos de buscar el peligro, Bradier aspiraba ya a evitarlo: el porvenir debería prolongarse todo lo posible. ¡Tenía que ser muy diferente del pasado...! Desde la ventana de su cuarto del hotel Imperial, Bradier contemplaba la ciudad de Tampico... Sí, ¡Qué felizmente distinto sería...! A la izquierda se veía la fachada azul de un restaurante chino, el Ciudad de Pekín. Enfrente, por encima de los tejados, Bradier divisaba una galería abierta de estilo árabe, que, indudablemente, pertenecía a un café. Debía encontrarse en la misma desembocadura de la calle donde se encontraba el Luisiana. Este último café había sido siempre el más popular, pero Bradier había preferido el de la Ópera, con sus departamentos separados unos de otros y del salón de baile y con el fantástico decorado de sus paredes y el escenario para ocasiones especiales. Noche tras noche había ido a bailar a ese establecimiento en compañía de Soledad y Estrella, de muchachas de la ciudad y trabajadores del yacimiento petrolífero.

Aquéllos habían sido tiempos de desenfreno, en que no se pensaba en lo que podía ocurrir y en lo que efectivamente había ocurrido: noches en las que nadie se cuidaba de ser sobrio ni precavido.

Joseph Hergesheimer (Estados Unidos, 1880-1954).

(Traducido el inglés por Manuel Pumarega).
La ilustración corresponde a una antigua fotografía del hotel Imperial, que es el mismo en el que también se hospedaron León Trotsky y su esposa Natalia Sedova, la noche que pernoctaron en Tampico.

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