"Nat King Cole cantaba Preterid. Yo, claro está, no entendía ni una palabra de la canción en inglés."
(Fragmento del primer capítulo)
Un día del mes de diciembre, próxima ya la Navidad, me
encontraba con Shimamoto en la sala de estar de su casa. Escuchábamos música,
en el sofá, como de costumbre. Su madre había salido por alguna razón y
estábamos los dos solos. Era una tarde de invierno oscura, nublada y gris. La
luz del sol resaltaba las micros- cópicas partículas de polvo y asomaba tímidamente
a través de unas nubes plomizas. Todo cuanto se reflejaba en mis pupilas
carecía de contornos definidos y movimiento. El atardecer se acercaba y la
habitación estaba tan oscura como si fuera de noche. Creo que no había ninguna
luz encendida. Sólo la placa al rojo vivo de la estufa de gas iluminaba
tenuemente las paredes. Nat King Colé cantaba Preterid. Yo, claro está,
no entendía ni una palabra de la canción en inglés. A mis oídos sonaba como un
conjuro. Pero a nosotros nos gustaba y, como la habíamos escuchado tantas
veces, nos habíamos aprendido de memoria los primeros versos.
Preterid
you're happy when you're blue
It isn 't very hard to do.
Ahora sí entiendo lo que significa. «Cuando estés
triste, finge que eres feliz. No es tan difícil»: igual que la sonrisa que ella
esbozaba siempre. Ésa es, desde luego, una manera de ver las cosas. Pero a
veces cuesta.
Haruki Murakami (Japón, 1949).
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