"... vio desfilar a los cosacos, al primer y segundo escuadrón de húsares, a los batallones de infantería, junto con la artillería..."
(Fragmento del capítulo VI de la primera parte)
El día l6 de noviembre de l805, al despuntar el alba,
el escuadrón de Denisov, al cual pertenecía Nicolás Rostov y que formaba parte
del destacamento del príncipe Bagration, dejó el campamento para marchar a la
línea de fuego, como se decía. Se paró en medio de la carretera, a una versta
de distancia aproximadamente de los otros escuadrones, que le precedían. Rostov
vio desfilar a los cosacos, al primer y segundo escuadrón de húsares, a los
batallones de infantería, junto con la artillería; vio luego pasar a caballo a
los generales Bagration y Dolgorukov, ayudantes de campo. Todo el miedo que había
pasado en el frente la otra vez, toda la lucha interior por dominarse, todos
los sueños de distinguirse como húsar habían sido vanos. Su escuadrón quedaba
en reserva y Nicolás Rostov pasó el día aburrido y adormilado.
A las nueve de la mañana oyó las descargas, los gritos
de triunfo, vio heridos -no muchos- que eran retirados, y, por fin, a un
centenar de cosacos que conducían a un destacamento entero de caballería
francesa hecho prisionero. Evidentemente, la acción había terminado. No tuvo
una gran importancia, pero resultó feliz para los rusos. Los soldados y los oficiales
que volvían hablaban de una brillante victoria, de la toma de Vischau, de la
captura de un escuadrón entero. Después de la ligera helada de la noche, el
tiempo se había aclarado y el radiante brillo de aquel día de otoño coincidía
con la nueva de la victoria, que confirmaban no solamente el relato de los que
habían tomado parte en la acción, sino también la expresión alegre de las caras
de todos los demás soldados, de los oficiales, de los generales, de los
ayudantes de campo, que pasaban y volvían a pasar ante Rostov. Para Nicolás, la
cosa era tanto más dolorosa cuanto que había sentido el miedo que precede a las
batallas sin haber recogido luego ninguna de las alegrías del triunfo.
León Tolstói:
Lev Nikoláievich Tolstoi (Rusia, 1828-1910).
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