Un miércoles de ceniza de hace ya muchos años, lo menos doscientos años, el caballero Michael Percival el Agachadizo, se encaró con su propia silueta y desenfundando el cuchillo de monte, el de rematar jabalíes, cortar cayados de cerezo o sabina o haya y grabar corazones y flechas en la corteza de los fresnos, le habló con cierta estudiada serenidad y a media voz.
- Con este cuchillo puedos quitaros la vida con facilidad pero no voy a hacerlo, sólo quiero advertiroslo. Escuchademe con atención. No despreciéis jamás el enemigo, procurad contagiarle alguna enfermedad humillante, tampoco es preciso, digamos el sida o la lepra o la nostalgia, si os sintierais alemán podríais recurrir a las paperas, basta con cualquier enfermedad vergonzosa, cualquier enfermedad tediosa y secreta, quizá con ambos matices a la vez, y mostraos muy orgulloso y compungido en el en- tierro, grandes alaridos, ya sabéis, llanto y sudor, también baba y espuma y pus, gra- nos de pus, esto es más difícil.
Camilo José Cela (España, 1916-2002). Obtuvo el premio Nobel en 1989).
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