(Fragmento)
Hija mía, como me dijiste ya en varias ocasiones, que
tu corazón no podía olvidar al joven estudiante, del cual te enamoraste.
Lo que sucedió hace unos momentos, fue que, Wolfgang
era un jugador, apostó por su vida, pero no por el dinero, sino para
conquistarte a ti.
Su honor estuvo por encima de su suerte en el juego de
ajedrez y de su vida, con la que quiso acabar.
Por ti, se sometió a la tentación, pero ha aprobado el
examen.
Hoy es Nochebuena, Erwine, y te dije que la
organizaras festivamente y esperaras mi llegada.
Ruego que me disculpes, ya que a causa de mi vejez te
tuve, con lo joven que eres, demasiado tiempo sola en esta casa.
Una vez reconocido por mi parte, os ruego encendáis
las velas de vuestro árbol de la vida para que en esta noche del solsticio
hiemal, las mismas pronostiquen el brillo del sol de vuestro verano.
Wilhelm Jensen (Alemania, 1837-1911).
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