viernes, 30 de agosto de 2019

Tu boca: CRISTINA, HIJA DE LAVRANS, de Sigrid Undset

"... cuando hablas con tanta dulzura que parece que tu boca está llena de miel..."

(Fragmento de La cruz, capítulo 2: Los deudores)

Erlend la interrumpió bruscamente:

- Cristina, sabes de sobra que nunca he tardado en arrepentirme de mis pecados y he hecho penitencia lo mejor que he sabido. Es verdad que no soy un hombre devoto. He visto demasiadas cosas siendo niño y adolescente. Mi padre era muy amigo de los grandes señores del capítulo, que acudían a casa en tropel, como cerdos, así como Eiliv en la época en que era sacerdote, y Micer Sigvat Laude, y otros muchos; y sólo se oían gritos y disputas. Se mostraban duros y sin misericordia hacia su propio arzobispo. Lo mismo que los demás, carecían de espíritu pacífico y pureza de corazón, ellos, que todos los días tenían en sus manos lo más sagrado y elevaban a Dios en el pan y el vino.

- No debemos juzgar a los sacerdotes, decía siempre mi padre; tenemos la obligación de inclinarnos ante su ministerio sagrado y obedecerles; el hombre que hay en ellos puede ser juzgado solamente por Dios Todopoderoso.

- Sí -Erlend tardó en contestar-. Ya sé que decía esas mismas palabras. Sé además que tú eres más devota que yo. No obstante, Cristina, me cuesta creer que sea una buena interpretación de la palabra divina el guardar rencor y no olvidar nada. También Lavrans era rencoroso. Y no voy a decir que tu padre no fuera devoto, noble y bueno, como lo eres tú también, Cristina, lo sé. Pero a veces, cuando hablas con tanta dulzura que parece que tu boca está llena de miel, tengo miedo de que estés pensando en los agravios que se te han hecho, y Dios juzgará si eres tan devota y buena en el fondo de tu corazón como en tus palabras.


Sigrid Undset (Noruega nacida en Dinamarca, 1882-1949).
Obtuvo el premio Nobel en 1928.

(Traducido al español por Rosa S. de Naveira).

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