miércoles, 30 de enero de 2019

Una luna roja en el cielo de Estambul

"De Estambul procede el nombre de la novela..."

"Te has ido apagando como un eclipse lunar, encerrada
en tu propio anillo de luz, como un espectro surgido del
sueño, como una terrible y cegadora luna roja."
 
Emin Kemal
 
Ya desde su epígrafe atribuido al escritor ficticio Emin Kemal, supuesto responsable de La Luna Roja, el autor de la novela que lleva este mismo título, Luis Leante, propone un juego de exploración literaria, en que los espejos se superponen y confrontan uno frente a otro, el verdadero autor y su alter ego, y también éste a su vez con el escritor turco al que se ha dedicado a traducir durante una buena parte de su vida y a quien percibe mucho más afín con su propia vida de lo que se hubiera imaginado. El mayor mérito de Leante es que un asunto que bien podría haber impulsado un relato complejo y abstruso, resulta disfrutable y más nítido de lo que sus premisas -narrativa y dramática- presagiaban.
 
El párrafo inicial de novela nos introduce de lleno en la historia entrelazada de ambos personajes, el escritor turco y René Kunkheim, su traductor al español:
 
"Hacía más de once años que no veía a Emin Ke­mal. Y sin embargo, mientras bajaba por la rampa del museo de la Universidad de Alicante, no podía quitarme de la cabeza su mirada de hombre derrotado. Tenía la falsa sensación de haberlo visto el día de antes. no podía ima­ginar que pocas horas después el escritor caería muerto sobre la alfombra de su estudio, quizás tras una breve ago­nía, espantado por lo que acababa de ver y oír. No, yo no podía sospechar entonces lo que iba a suceder esa misma noche, aunque no dejaba de pensar en él."
 
Kemal había alcanzado notoriedad en el mundo literario al grado de que se le había mencionado como uno de los candidatos al premio Nobel y fue después de eso que escribió La Luna Roja:
 
"Yo había terminado de traducir aquel libro inclasificable en 1990, cuando el escritor decidió quedarse en Alicante. Emin Kemal tenía entonces cincuenta y cinco años, o eso pensaba yo. Su aspecto, sin embargo, era el de un anciano. Creo que no me equivoco al afirmar que en aquel momento gozaba de la máxima popularidad en un gran número de países. Su obra estaba traducida a más de treinta idiomas, y su nombre había sonado entre los candidatos al Nobel tres años antes. Por esa razón, un libro tan hermético, tan influido por un surrealismo caduco, fue una sorpresa para los críticos y, tal vez, supuso el comien­zo del declive de su carrera. Otros, por el contrario, consi­deraban que aquel librito mezcla de novela, poesía y ele­mentos oníricos era una obra maestra."
 
Cuando muere Kemal, el protagonista comienza a estudiar la vida del escritor fallecido para descubrir que entre ellos existen una serie de paralelos. "De alguna manera reconstruye su vida a través de la del escritor", advierte Leante. "Tanto Emin Kemal como René tienen mucho de mí. Es como si me hubiera desdoblado en dos personajes opuestos, que a la vez representan dos personalidades con varios nexos en común. El libro tiene mucho de ficción pero también hay bastantes elementos de mis inicios literarios, de esa pasión por la literatura que te llega a cegar".
 
Los escenarios en que se desarrolla la acción corresponden a Estambul, Alicante y Múnich. En cuanto al título, Leante explica: "De Estambul procede el nombre de la novela, ya que responde a un café de esta ciudad que se llama Luna Roja, y al de una de las obras de Emin Kemal." La presencia femenina consiste en tres personajes: Orpa y Tuna, parejas respectivas de ambos protagonistas durante su juventud, y Derya, la viuda de Kemal, mucho más joven que él y quien procura preservar la obra de su marido.
 
Una especie de inspiración febril asalta repentinamente a Kemal: "Se encerró en su cuarto y trató de leer. Era imposible concentrarse. Esa noche, después de pasar algunas horas en un estado de enajenación, se levantó y empezó a escribir en la primera cuartilla en blanco que encontró. Puso el título de La Luna Roja, y su mano y su mente comenzaron a correr al mismo ritmo, acompasadas, lúcidas o enloquecidas de forma intermitente. Escribió dos días seguidos, sin dormir, y haciendo apenas pausas para comer o combatir los calambres. Al tercer día cayó derrotado, exhausto pero sin sueño. De nuevo volvieron los dolores de cabeza." Y es así como nace el texto de Kemal que a su vez da lugar a la trama de la novela que hemos leído: dos lunas en una misma obra, tan roja la una como la otra.
 
 
Jules Etienne

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