viernes, 2 de noviembre de 2018

Día de los muertos: LAS TIERRAS FLACAS, de Agustín Yáñez

"... y después de arreglar los candeleros, meterles y acuñarles las velas, después de encenderlas..."
 
(Fragmento de la segunda estancia)

- Yo ya lo sabía y me lo esperaba desde la Noche de Muertos, cuando antes de acostarme, hará quince días, fui a la sala para prenderles sus velas a mis Ánimas, y allí me encerré, allí, esa noche del primero al dos de noviembre como tengo costumbre, me puse a recordar, a pensar, y después de arreglar los candeleros, meterles y acuñarles las velas, después de encenderlas y componerlas bien para que al arder no se ladearan o los pabilos se enchuecaran, me quedé allí medio dormido, y se me aparecieron difuntos con vivos, revueltos en el sueño, y vi que San Miguel se me dejaba venir derecho, levantando su espada, y oí que me decía: tú, cristiano, pela los ojos, prevente, agárrate bien de la silla, el caballo se te va a parar de manos, las yeguas te van a tirar patadas, las reses quieren brincar las trancas, y luego llegó cantando la Tentación, en figura de Teófila, me quitó la máquina de coser, hicieron rueda los diablos juntos con los pastores y el ermitaño, riéndose a carcajadas, cantando, bailando, volando, encabezados por la Madre Matiana, la demontre de bruja, la que más alto volaba y se carcajeaba más, mientras la bola de mis hijos, capitaneados por Felipe y Jesusito, allí no más con los brazos cruzados, esperando, sin trazas de ayudarme, de sacarme de aquel ajigolón. Ha de haber sido una cabeceada, una pestañeada, porque al enderezarme, las velas no habían comenzado a arder bien, todavía como que las llamitas querían apagarse sin agarrar fuerza, y hasta una se había apagado; por cierto que luego la volví a prender. Tan rápido, y todo con tanta claridad, que llego a dudar si fue sueño, o una de esas figuraciones tan fuertes que ocurren al estar despiertos, pero dominados ya sea por algún pendiente o alguna preocupación que a punto fijo no se sabe de qué venga y por qué nos aflija, escondida entre brumas, abrumándonos; ya sea por fatiga, simplemente, o por aburrimiento; esto me pasa seguido: ver cosas despierto, o al conciliar el sueño, sin haberme todavía dormido. Figuración o sueño, no dejó de impresionarme.
 
 
Agustín Yáñez (México, 1904-1980).

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