"... y después de arreglar los candeleros, meterles y acuñarles las velas, después de encenderlas..."
(Fragmento de la segunda estancia)
- Yo ya lo sabía y me lo esperaba desde la Noche de
Muertos, cuando antes de acostarme, hará quince días, fui a la sala para
prenderles sus velas a mis Ánimas, y allí me encerré, allí, esa noche del
primero al dos de noviembre como tengo costumbre, me puse a recordar, a pensar,
y después de arreglar los candeleros, meterles y acuñarles las velas, después
de encenderlas y componerlas bien para que al arder no se ladearan o los
pabilos se enchuecaran, me quedé allí medio dormido, y se me aparecieron
difuntos con vivos, revueltos en el sueño, y vi que San Miguel se me dejaba
venir derecho, levantando su espada, y oí que me decía: tú, cristiano, pela los
ojos, prevente, agárrate bien de la silla, el caballo se te va a parar de
manos, las yeguas te van a tirar patadas, las reses quieren brincar las
trancas, y luego llegó cantando la Tentación, en figura de Teófila, me quitó la
máquina de coser, hicieron rueda los diablos juntos con los pastores y el
ermitaño, riéndose a carcajadas, cantando, bailando, volando, encabezados por
la Madre Matiana, la demontre de bruja, la que más alto volaba y se carcajeaba
más, mientras la bola de mis hijos, capitaneados por Felipe y Jesusito, allí no
más con los brazos cruzados, esperando, sin trazas de ayudarme, de sacarme de
aquel ajigolón. Ha de haber sido una cabeceada, una pestañeada, porque al
enderezarme, las velas no habían comenzado a arder bien, todavía como que las
llamitas querían apagarse sin agarrar fuerza, y hasta una se había apagado; por
cierto que luego la volví a prender. Tan rápido, y todo con tanta claridad, que
llego a dudar si fue sueño, o una de esas figuraciones tan fuertes que ocurren
al estar despiertos, pero dominados ya sea por algún pendiente o alguna
preocupación que a punto fijo no se sabe de qué venga y por qué nos aflija,
escondida entre brumas, abrumándonos; ya sea por fatiga, simplemente, o por
aburrimiento; esto me pasa seguido: ver cosas despierto, o al conciliar el
sueño, sin haberme todavía dormido. Figuración o sueño, no dejó de
impresionarme.
Agustín Yáñez (México, 1904-1980).
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