martes, 24 de abril de 2018

Nieve: LA GUERRA NO TIENE ROSTRO DE MUJER, de Svetlana Alexievich


 
Testimonio de Antonina Mijáilovna Lenkova
mecánica del taller móvil de vehículos blindados
 
(Fragmento)

«Los tractores estaban totalmente cubiertos de nieve. Quitábamos la nieve, desmon- tábamos las máquinas, el metal estaba tan frío que quemaba las manos, la piel se nos quedaba pegada. Los pernos oxidados, apretados a conciencia, parecía que estuvieran soldados. Si no lográbamos girarlos de derecha a izquierda, intentábamos desenroscarlos al revés. Como si fuera adrede… Justo en ese momento, como por arte de magia, siempre aparecía el jefe de brigada, Iván Ivánovich Nikitin, el único tractorista profesional y nuestro tutor. Se llevaba las manos a la cabeza, sin dejar de soltar improperios. ¡Joder! La madre que… Sus injurias eran como un llanto desesperado. Sin embargo, una vez lloré…
 
Salí al campo marcha atrás: la mayoría de las ruedas de la caja de engranajes de mi vehículo eran “desdentadas”. El plan era sencillo: a los veinte kilómetros seguro que alguno de los tractores se agarrotaría, entonces montarían su caja de engranajes al mío. Pasó exactamente así. Otra tractorista como yo, Sara Gosenbuk, no se fijó en que el radiador perdía agua y estropeó el motor. ¡Joder! La madre… Por cada gota que…»
 
 
Svetlana Alexievich (Bielorrusia, 1948). Obtuvo el premio Nobel en 2015.

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