"El sol ha desaparecido del cielo y se ha extendido funesta niebla."
(Fragmento del canto XX: La última cena de los pretendientes)
(Fragmento del canto XX: La última cena de los pretendientes)
Y le contestó Telémaco discretamente:
«¡No, por Zeus, Agelao, y por las tristezas de mi padre quien puede que haya muerto o ande errante lejos de Ítaca! De ninguna manera trato de retrasar el casamiento de mi madre; por el contrario, la exhorto a casarse con el que quiera e incluso le doy regalos innumerables. Pero me avergüenzo de arrojarla del palacio contra su voluntad, con palabra forzosa. ¡No permita la divinidad que esto suceda!»
Así lo dijo Telémaco, y Palas Atenea levantó una risa inextinguible entre los preten- dientes y les trastornó la razón. Reían con mandíbulas ajenas y comían carne sanguinolenta; sus ojos se llenaban de lágrimas y su ánimo presagiaba el llanto. Entonces les habló Teoclímeno, semejante a un dios:
«¡Ah, desdichados!, ¿qué mal es éste que padecéis? En noche están envueltas vuestras cabezas y rostros y de vuestras rodillas abajo. Se enciende el gemido y vuestras mejillas están llenas de lágrimas. Con sangre están rociados los muros y los hermosos intercolumnios y de fantasmas lleno el vestíbulo y lleno está el patio de los que marchan a Erebo bajo la oscuridad. El sol ha desaparecido del cielo y se ha extendido funesta niebla.»
Así dijo, y todos se rieron de él dulcemente. Y Eurímaco, hijo de Pólibo, comenzó a hablar entre ellos:
«Está loco el forastero recién llegado de tierra extraña. Vamos, jóvenes, llevadlo fuera de la casa; que marche al ágora, ya que piensa que aquí es de noche.»
Homero (Grecia, siglo VIII a. de C.).
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