sábado, 8 de abril de 2017

Carnaval: MI SIGLO, de Günter Grass

"... mientras que los japoneses, en las decapitaciones, seguían su tradición venerable."

(Fragmento de 1900)

Los británicos y nosotros, los alemanes, preferíamos acabar pronto con el fusil, mientras que los japoneses, en las decapitaciones, seguían su tradición venerable. Sin embargo, los boxers preferían que los fusilaran, porque tenían miedo de tener que andar luego por el Infierno con la cabeza bajo el brazo. Por lo demás, no tenían miedo. Vi a uno que, antes de que lo fusilaran, se estaba comiendo glotonamente un pastelillo de arroz empapado en almíbar.
 
En la plaza de Chienmen soplaba un viento que venía del desierto y levantaba sin cesar nubes de polvo amarillas. Todo era amarillo, también nosotros. Se lo escribí a mi novia y metí un poco de arena del desierto en el sobre. Sin embargo, como los verdugos japoneses cortaban la coleta a los boxers, que eran mozos muy jóvenes, como nosotros, para poder dar el tajo limpio, a menudo había en la plaza un montoncito de coletas chinas. Me llevé una y la envié a casa como recuerdo. De vuelta a la patria, me la ponía en Carnavales, con regocijo general, hasta que mi novia quemó el souvenir. «Esas cosas traen fantasmas a casa», dijo Resi dos días antes de nuestra boda.

Pero eso es ya otra historia.


Günter Grass (Alemania, 1927-2015). Obtuvo el premio Nobel en 1999.
 
La ilustración corresponde a una ejecución durante la llamada rebelión de los boxers en China.

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