martes, 12 de enero de 2016

Unicornios: LA AZUCENA ROJA, de Anatole France

"Estas historias del unicornio, cuya serie completa se conserva en Cluny..."

(Fragmento del capítulo XXVI)

Subieron a la sala que sirvió en un principio de estudio al arquitecto y donde el escultor dibujaba, modelaba, y sobre todo leía, porque amaba como un opio la lectura, solo interrumpida para forjar ensueños.
 
Góticos tapices, muy descoloridos. que dejaban adivinar en un bosque maravilloso una dama con su caperuza en la cabeza y el unicornio tendido a sus pies sobre la hierba florida, cubrían las paredes hasta rozar en las pintadas vigas del techo.
 
Dechartre la condujo a un diván ancho y bajo, provisto de almohadones forrados con suntuosos restos de capas pluviales españolas y de dalmáticas bizantinas; pero ella prefirió sentarse en una butaca. Él dijo:
 
-¡Ya estás aquí! ¡Ya estás aquí! Teniéndote a mi lado no temo ni al fin del mundo.
 
Ella respondió:
 
- Antes pensaba yo en el fin del mundo, pero no lo temía. El académico Lagrange me lo prometió galantemente, y lo esperaré con cierta curiosidad. Mientras no te conocí, ¡me aburría tanto!
 
Miró Teresa en torno suyo las mesas cargadas de jarrones y estatuitas, los tapices, la multitud confusa y espléndida de armas, esmaltes, mármoles y libros antiguos.
 
- Tienes preciosos objetos.
 
- La mayor parte los heredé de mi padre, que vivía en la edad de oro de las colecciones. Estas historias del unicornio, cuya serie completa se conserva en Cluny, las encontró en el año mil ochocientos cincuenta y uno en una posada de Meungsur-Yévre.
 
Pero ella, curiosa y lánguida, observó:
 
- No veo nada tuyo, ni una estatua, ni un bajo relieve, ni uno de los bocetos tan estimados en Inglaterra, ni una figurita, ni una medalla.
 
- ¿Crees que yo podría vivir a gusto entre mis obras? Conozco demasiado mis obras, y me aburren. Lo que no tiene secretos no tiene encanto.
 
Ella le miró entonces con despecho fingido.

- Nunca me advertiste que no hubiera para ti encanto sin secreto.
 
 
 Anatole France: François-Anatole Thibault (Francia, 1844-1924).
Obtuvo el premio Nobel de literatura en 1921.

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