"... con los perifollos que había llevado, en ángel se transfiguró, y entró en la recámara de la mujer."
(Fragmentos)
En otro tiempo, hubo en Imola un hombre de mala reputación, llamado Berto della Massa, con fama tal de trapacero y pícaro redomado, que nunca se daba crédito a lo que decía, y de haber sido capaz alguna vez de una buena acción, se le hubieran atribuido malos designios, a pesar de todo.
Viendo que era tan conocido en dicha población, resolvió dirigirse a Venecia, refugio ordinario de bandidos y libertinos. Esperanzado de proseguir allí con más libertad sus perversas inclinaciones, creyó deber cambiar de nombre y usar de más política en sus cosas.
Así pues, comenzó por mostrarse muy distinto de lo que era, fingiendo probidad, amor a la religión y acabando por hacerse fraile franciscano bajo el nombre de hermano Alberto de Imola, no porque se hubiese convertido, sino para ponerse al abrigo de la miseria y procurarse los medios de satisfacer sus pasiones bajo el manto de la religión. ¡Cuántos hombres han abrazado el estado religioso con iguales miras!
(...)
Fray Alberto dijo:
- Señora, pues que ahora que me perdonaste se
lo diré, pero una cosa le recuerdo, que lo que yo le diga
no puede decirlo a ninguna persona del mundo, si no
quiere estropear estos asuntos, que es la más afortunada
mujer que hay hoy en el mundo. Este ángel Gabriel me
pidió que le dijera que le gusta tanto que muchas veces
habría venido a estar por la noche con usted si no hubiera sido por no asustarla. Ahora, le manda decir por
mí que quiere venir una noche a verla y quedarse con
usted un buen rato; y porque como es un ángel y viniendo en forma de ángel no lo podrá tocar, dice que
para deleite suyo quiere venir en figura de hombre, y por ello dice que le mande decir cuándo quieres que venga y en forma de quién, y que lo hará; por lo que usted,
más que ninguna mujer viva, se podrá tener por feliz.
(...)
La mujer repuso que lo haría. Fray Alberto se fue
y ella se quedó con tan gran alborozo que no le llegaba
la camisa al cuerpo, mil años pareciéndole hasta que el
arcángel Gabriel viniera a verla. Fray Alberto, pensando
que caballero y no ángel tenía que ser por la noche, con
confites y otras buenas cosas empezó a fortalecerse,
para que no pudiera fácilmente ser arrojado del caballo;
y conseguido el permiso, con un compañero, al hacerse
de noche, se fue a casa de una amiga suya de donde
otra vez había arrancado cuando andaba corriendo las
yeguas, y de allí, cuando le pareció oportuno, disfrazado, se fue a casa de la mujer y, entrando en ella, con
los perifollos que había llevado, en ángel se transfiguró,
y entró en la recámara de la mujer. La
cual, cuando aquella cosa tan blanca vio, se le arrodilló
delante, y el ángel la bendijo y la hizo ponerse en pie, y
le hizo señal de que se fuese a la cama; lo que ella, deseosa de obedecer, hizo prestamente, y el ángel después
con su devota se acostó.
Giovanni Boccaccio (Italia, 1313-1375)
La ilustración corresponde a Encuentro Romántico, de Mihaly von Zichy.
La ilustración corresponde a Encuentro Romántico, de Mihaly von Zichy.
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