miércoles, 26 de agosto de 2015

Venecia: EL ÁNGEL SOMBRÍO, de Mika Waltari

"Venecia, reina de los mares..."

(Fragmento)
 
23 de mayo de 1453

Hoy se ha esfumado nuestra última esperanza. El emperador tenía razón. Preparado como se halla por el ayuno, la vigilia y la oración, su sensibilidad es más aguda que la de todos nosotros a la hora de advertir el postrer latido de su reino.
 
La nave que fue despachada en busca de la flota veneciana regresó al alba sin poder cumplir con su misión. Por una mezcla de buena suerte, pericia y valentía, la embarcación se deslizó sin contratiempo alguno a través de los Dardanelos, burlando las naves turcas de vigilancia.
 
Han regresado los mismos doce hombres que partieron. Seis son venecianos y los otros seis griegos. Durante los veinte días que navegaron por el mar Egeo o atisbaron ninguna nave cristiana.
 
Cuando vieron por fin que su búsqueda era inútil y que corrían el peligro de ser descubiertos por un barco turco, conferenciaron sobre qué debían hacer. Algunos opinaron:
 
"Hemos cumplido con nuestro deber. ¿Por qué hemos de volver a la ciudad si su caída es tan segura?".
 
A lo que otros respondieron: "El emperador nos envió y debemos regresar para darle el informe. Sometámoslo a votación".
 
Se miraron unos a otros, rompieron a reír, y por unanimidad acordaron poner rumbo a Constantinopla.
 
Topé con dos de estos hombres en el palacio de Blaquernae.
 
Reían todavía de buena gana al relatar lo infructuoso de su expedición, mientras los venecianos les servían vino y les daban amistosas palmadas den la espalda. Pero sus ojos, heridos por el peligro y el mar, no sonreían.
 
- ¿Cómo habéis tenido valor para regresar sabiendo que os espera una muerte cierta? -les pregunté.
 
Volvieron hacia mí sus rostros curtidos por la intemperie y respondieron casi al unísono:
 
- Somos marinos venecianos.
 
Esto era bastante, quizá. Venecia, reina de los mares, por muy codiciosa, cruel y calculadora que pudiera ser, ha criado a sus hijos en la máxima de vivir y morir en defensa del honor de su patria.
 
Pero no hay que olvidar que seis de los doce expedicionarios eran griegos. Y éstos han demostrado que un griego puede ser fiel a una causa perdida; hasta la muerte.

Mika Waltari (Finlandia, 1908-1979)

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