"¿Podrán los vampiros ver su imagen reflejada en un espejo?"
No es que los vampiros padezcan de eisoptrofobia,
también conocida como catoptrofobia (el temor enfermizo a los espejos), sino al
hecho de que a la plata siempre se le ha considerado
como un metal sagrado y es bien sabido que los espejos se fabricaban con una amalgama que incluía la plata entre sus componentes. Fue Bram Stoker
en Drácula, un clásico publicado en 1897 que estableció buena parte de
la mitología en torno al vampirismo, el primero en suponer, de
acuerdo con la doctrina cristiana, que cuando los seres carecen de alma no son capaces de ver su imagen reflejada ante un espejo y como los
vampiros son
muertos vivientes, ya han perdido su alma. Por eso
Jonathan Harker se percata, al llegar al castillo del conde, de la ausencia
de espejos. Y, más tarde, cuando se encuentra en su habitación rasurándose ante
un pequeño espejo, advierte que la imagen de Drácula no se refleja en él. Éste
intenta justificarse con la queja de que los espejos no son más que un objeto
de la vanidad humana y lo rompe.
“Existen unos seres llamados vampiros. Algunos
de nosotros tenemos la prueba de ello. Los vampiros existen y son fuertes y
poderosos, están en este mundo para hacer el mal”, aseguraba el profesor Van
Helsing, además de que: “Este ser no tiene sombra y su imagen no se refleja en
un espejo".
Anne Rice, en cambio, asume una postura opuesta en
sus obras a partir de Entrevista con el Vampiro, ya que según ella los vampiros están
sujetos a las mismas leyes de la física que rigen el universo, sin embargo, esos mismos vampiros son capaces de volar manteniendo su cuerpo con apariencia humana. El caso es que, de acuerdo con esta autora, pueden verse reflejados en un espejo como cualquier mortal:
"La
existencia, como he dicho, era posible. Siempre había la promesa detrás de sus
labios burlones de que sabía grandes cosas o cosas terribles, que tenía
comunicación con esferas sobrenaturales que yo ignoraba. Y todo el tiempo me
despreciaba y me atacaba por mi amor a la vida, mi renuncia a matar y la casi
pesadilla que representaba ese acto para mí. Se rió a carcajadas cuando yo
descubrí que me podía mirar en un espejo y que las cruces no me hacían el menor
efecto. Y se mofaba poniéndose el dedo sobre los labios cuando yo le preguntaba
acerca de Dios o del demonio."
La muestra de que escritores previos la obra de
Bram Stoker aceptaban la posibilidad del
reflejo de los vampiros en el espejo, se puede encontrar en un párrafo
del relato Carmilla (1872), de Sheridan Le Fanu: "A eso de la una se me
ocurrió echar otro vistazo a la habitación de Carmilla. Llegué allí y mi
asombro no tuvo límites: ¡Carmilla estaba en su habitación, mirándose al
espejo! No podía creer lo que mis ojos estaban viendo. Mi amiga me llamó con un
gesto."
En La hermosa vampirizada, también conocida como La dama pálida (Histoire de la dame pâle), de Alexandre Dumas, la mujer que ha
sido víctima inconsciente del vampiro, lo advierte ante el espejo:
"Me desperté
a medianoche; mi lámpara ardía aún; intenté levantarme, pero estaba tan débil
que hube de repetir la tentativa dos veces. Finalmente logré superar mi
debilidad, y como despierta sentía en el cuello el mismo dolor que
experimentara en el sueño, me arrastré, apoyándome en el muro, hasta el espejo,
y miré. Algo que semejaba la punzadura de un alfiler marcaba la arteria de mi
cuello. Creí que algún insecto me hubiera picado durante el sueño, y como me
sentía abatida por la extenuación, me acosté de nuevo y me dormí. A la mañana
me desperté como de costumbre; pero entonces sentí una tal debilidad como la
experimentara sólo una vez en mi vida, a la mañana siguiente de un día en que
fuera sangrada. Me miré en el espejo, y me sorprendí de mi extraordinaria
palidez. La jornada transcurrió triste y oscura; yo experimentaba algo
singular; cuando me encontraba en un lugar sentía necesidad de quedarme allí:
cualquier cambio de posición me fatigaba."
¿Podrán los vampiros ver su imagen reflejada en un espejo? Quién tendrá, en este caso, la razón: ¿Bram Stoker o Anne Rice? Por encima de todo prevalece otra cuestión, la prodigiosa capacidad del vampirismo para prolongar sus mitos y contradicciones sin dejar de mantenerse vigente. Después de todo, ¿qué sería de la literatura fantástica sin la suspensión de la incredulidad?
¿Podrán los vampiros ver su imagen reflejada en un espejo? Quién tendrá, en este caso, la razón: ¿Bram Stoker o Anne Rice? Por encima de todo prevalece otra cuestión, la prodigiosa capacidad del vampirismo para prolongar sus mitos y contradicciones sin dejar de mantenerse vigente. Después de todo, ¿qué sería de la literatura fantástica sin la suspensión de la incredulidad?
Jules Etienne
No hay comentarios.:
Publicar un comentario