miércoles, 28 de mayo de 2014

Espejos (27): MIRAMAR, de Naguib Mahfuz

"... y pensé que estaba contemplando mi propia imagen reflejada en un espejo."

(Fragmento del capítulo Mansur Bahi)

El mar se extendía bajo una superficie lisa y de un azul sonriente. ¿Dónde estaba la violenta tormenta? El sol caía en el ocaso lanzando destellos diamantinos que se adherían a los flecos deshilachados de unas nubéculas tenues. ¿Dónde están las montañas de nubarrones? El viento jugueteaba con las hojas de las palmeras en la espesura de Assilsila haciéndole caricias transparentes y delicadas. ¿Dónde está el zarandeo del viento tempestuoso?
 
Observé la demacrada cara de Sohra, las huellas de las lágrimas secas sobre las mejillas, la mirada derrotada y marchita, y pensé que estaba contemplando mi propia imagen reflejada en un espejo. La vida me estaba enseñando su temperamento áspero, grosero, rudo; las posibilidades escasas, la dureza sin fisuras y recubierta de espinas, las crueles perspectivas en una espiral cuyo principio y fin estaban envenenados, su alma eterna que seduce a los aventureros y a los desesperados, pero que sólo da a cada cual su justa medida..., y a Sohra la había despojado de su honra y dignidad. Cierto, me veo reflejado en un espejo.
 
 
Naguib Mahfuz (Egipto, 1911-2006). Obtuvo el premio Nobel en 1988.

(Traducido del árabe por Isabel Hervásjávega)

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