sábado, 14 de septiembre de 2013

1. Guillén de Lampart


Ahora con motivo de los tradicionales festejos del inicio de la guerra de independencia de la Nueva España -que en realidad se obtuvo hasta 1821-, entre los personajes que se han mencionado en diversas crónicas se cuenta uno de sus precursores en el siglo XVII: William Lamport, mejor conocido como Guillén de Lampart, considerado por algunos como el primer independentista de México. Originario de Irlanda, al igual que John Riley, quien encabezara al batallón de San Patricio en la guerra contra la invasión estadounidense, Guillén de Lampart era un personaje con dimensiones míticas de quien se dice que en su juventud fue pirata, después estudió con los jesuitas en España para más tarde convertirse en capitán de la Armada española, bajo la protección del duque de Olivares. Si todo eso no fuera suficiente para conferirle a su vida el carácter de novelesca, cuando lo enviaron a la Nueva España, falsificó documentos para hacerse pasar por hijo natural de Felipe III y así aspirar a la posición del virrey y poder coronarse rey del Anáhuac, de manera que le permitiera liberar a los indígenas, negros y mestizos de su condición de esclavitud, ya que consideraba que el territorio de la Nueva España no era una posesión legítima de la corona española. Descubierto y acusado por la Santa Inquisición, como se estilaba en aquella época, fue sentenciado a morir en la hoguera y, tras su fuga y recaptura, fue ejecutado en 1659. Se dice que no pudieron quemarlo vivo ya que logró estrangularse utilizando la soga con que lo habían atado. Por otra parte, también se ha difundido la versión de que era un mujeriego irredento y entre las mujeres que sedujo se encontraba doña Antonia Turcio, la esposa del entonces virrey Lope Diez de Armendáriz, y en cierta ocasión fue sorprendido en su alcoba. Motivo más que suficiente para ser condenado por los santos inquisidores. En sus tiempos de oropel en la corte española, en 1620, Rubens, el famoso pintor flamenco, hizo un retrato suyo que actualmente se conserva en el museo de arte Timken, de San Diego.
 
El escritor mexicano Guillermo Samperio se propuso reivindicar su figura destacando su importancia como uno de los precursores de la identidad nacional. Asegura que si bien se le ha encasillado en el terreno de los mitos, con una vida de aventuras que le valiera el apelativo de El Zorro, fueron sus anhelos de liberación y justicia para los habitantes de la Nueva España, la proximidad con los indios y su postura rebelde frente a la iglesia, lo que le llevaría al encierro y la tortura, hasta su ejecución final.
 
Dos obras contemporáneas que se ocupan del pintoresco y legendario personaje son: El Laberinto de la Mentira, de Javier Meza González; y El Mito del Zorro y la Inquisición en México. La Aventura de Guillén Lombardo, del italiano Fabio Troncarreli. En la columna de la Independencia, por órdenes de Porfirio Díaz, se incluyó una escultura de Enrique Alciati en su honor, con motivo de los festejos del primer centenario.

Jules Etienne


La ilustración corresponde al Retrato de un Joven Capitán (1620), de Peter Paul Rubens.

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